Sarajevo
Hay muchas cosas que me sorprendieron de Bosnia-Herzegovina. Sólo mientras conducía hacia Sarajevo, el propio ambiente parecía crispado y áspero, dolido. Un hábitat herido y desangrado, con casas dispersas y carreteras maltrechas ahí donde la vista era capaz de discernir objetos entre la niebla y la hierba. Era un lugar más bien gris y arrasado, trágico, pero lleno de historia. Hay muchas cosas que nunca olvidaré de Bosnia-Herzegovina, pero, en particular, hay algo que tengo insertado en mi interior, y creo que es algo que jamás olvidaré. La guía hablaba de su país con la misma proporción de orgullo y dolor. Siempre hablaba de “su país” con un cariño especial, con un orgullo sobre su origen, su patria, su vida. Sin embargo, sus ojos azules permanecían vidriosos y ausentes. Durante minutos enteros, se perdían en un punto fijo, quedándose al borde del llanto. Las lágrimas nunca llegaban a rodar por sus mejillas, pero habitaban una mirada dolida e intensa. Esa guía cont